Manga Señorial, Penthouse.
En una época lejana, la notoriedad no se construía a través de la frialdad de una pantalla de teléfono o en la superficialidad de las redes sociales. Los nombres ilustres de Cartagena se forjaban con los impactos de sus esfuerzos emprendedores en el tejido mismo de la ciudad.
Eran tiempos en los que esos mismos nombres se reunían en festines privados y reuniones de negocios, tejían lazos que perduraban a lo largo de décadas en el siglo pasado.
El reloj ha girado incontables veces desde entonces, pero por fortuna, esa esencia de intimidad y tradición aún se encuentra arraigada en unos pocos edificios de la Cartagena contemporánea. Y como su nombre sugiere, lugares como el Manga Señorial son testigos vivos de esa época dorada.
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Hogar de ilustres propietarios de larga data, donde las familias se conocen entre sí y los vigilantes han sido fieles guardianes durante generaciones, este edificio conserva su estructura original mientras alberga un penthouse renovado que fusiona lo antiguo con lo elegantemente contemporáneo.
Tu señorío se despliega a lo largo de dos niveles completos: convivencia familiar en el primero, privacidad individual en el segundo. Todo comienza en un espacio social abierto, donde la sala, el comedor y la cocina se funden en escenarios para almuerzos familiares, tardes de cine y noches de celebración.
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Desde el interior, la majestuosa bahía de Manga se vislumbra a través de las puertas ventana orientadas hacia el oeste, creando la ilusión de tenerla a tus pies. Al salir a la terraza, confirmas que la fascinación de la vista es real, reminiscente de los balcones desde los que las figuras prominentes de la sociedad solían presenciar los desfiles de las fiestas novembrinas en Getsemaní.
Una panorámica inolvidable de la bahía de Cartagena, tan cercana a la vista como a tus pies, se extiende al final de la calle, testigo del progreso que ha transformado esta ciudad. Eres el privilegiado espectador de esta evolución.
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De vuelta al interior, el corazón de este hogar: la cocina, meticulosamente renovada en cada detalle. Sin necesidad de reflectores, la atención se centra en su mármol delicado y el azul índigo del mesón, evocando las tardes de bridge y conversaciones animadas de antaño.
Tus pasos se deslizan sobre suelos de madera pura mientras asciendes de un piso a otro, tus dedos acariciando el pasamanos con su firmeza reconfortante. La madera, un elemento constante que brinda calidez y elegancia a cada rincón.
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En la parte trasera, descubres el estudio, una de las cuatro habitaciones del penthouse, con su propia vista a la bahía. Aquí, encuentras un refugio para la reflexión y la creación, donde las decisiones importantes toman forma en la serenidad del silencio.
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Las habitaciones, lugares de descanso para cada miembro de la familia, reflejan la misma elegancia y calidez que el resto de la casa. Armarios nuevos de madera se integran armoniosamente con los tonos pasteles de las paredes, añadiendo un toque de sofisticación a cada dormitorio.
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Este penthouse es una joya que combina la renovación meticulosa con la elegancia perdurable. Es un testamento de la belleza que emerge cuando se respeta la historia y se abraza el futuro.