Geminis, Penthouse.

No fue fácil dejar un apartamento que daba tanto. En la mente de sus dueños primaba una imagen: su propio rincón en Cartagena para retirarse. Un cálido recinto cerca al mar pero alejado lo suficiente del ruido citadino, donde pudieran recibir a sus hijos y nietos cada vez que vinieran de visita.

Así fue como en un edificio apenas construido, en un barrio nuevo de Cartagena, lograron materializarlo.

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Llegar a casa es encontrarse con una sala inmaculada, cuna del silencio que añoras durante el día.

Como una meridiana en el centro de una iglesia florentina, la hora te avisa que ha llegado el momento de la merienda. El olor del té danza por toda la planta baja para luego liberarse en un solo lugar: la pequeña terraza contigua a la sala.

En ese primer nivel dejas las 2 primeras habitaciones, y mientras pisas cada mármol de la escalera, fotos familiares guían tu ascenso al nivel superior. En tu mente reposa un recuerdo vivo del momento en que fueron tomadas e instintivamente sonríes con bonanza.

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Vagando en tu memoria, en un abrir y cerrar de ojos te encuentras en el segundo nivel, y como con brazos abiertos te acoge un gran estudio con librería (su propietario tuvo un momento de revelación cuando vio este específico espacio de la casa, porque en cuestión de segundos pudo visionar el templo de la cultura familiar).

Ahora se revelan frente a ti varias alternativas de rediseño, porque con un lugar tan generoso en medidas te podrías preguntar: ¿lo mantengo como estudio? ¿o lo convierto en una grande sala de cine privada? ¿o mejor acondiciono una parte como estudio y la otra parte la convierto en una cuarta habitación con salida a la terraza?

Amplios ventanales delatan lo que hallas cuando atraviesas el estudio: una segunda terraza privada sobre la ciénaga.

Son sus pérgolas altas las que te conceden un domingo apacible resguardándote en la sombra, con el barbecue que promete una tarde para chuparse los dedos. Y mientras la música vivaz aclimata la escena, invitas a tu compañía de vida a bailar esa canción que reconocen como suya. En medio del tiempo detenido, vuelven a la realidad con las risas espontáneas de tus hijos.

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Cuando cada uno se refugia en su propia recamara, te trasladas a tu rincón de la casa, la única habitación con acceso al tercer mirador. De hecho, la exposición al sol que tiene este espacio en horas de la tarde, te regala tu propio solarium privado.

Solo imagina despertar en tus días de descanso, bajar por tu café de la mañana y regresar a tus aposentos. Como en un western de Sergio Leone, la imagen de tu mirada se estrecha; divisas la mesita de noche donde reposa el libro que recién empezaste a leer y te encaminas hacia él. No tiene escapatoria.  Te acomodas en tu terraza, y por media hora te envuelves en la historia, junto a la tibieza del café en tus manos.

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No hay nadie en la casa que conozca mejor que tú la golden hour de la terraza. Así que cuando la brisa compagina con los rayos del sol, y el cielo se convierte en el Sahara, te tiendes en la silla asoleadora y asistes a la mejor ópera jamás creada.

Un hogar que abrigue la privacidad y la intimidad de tu familia insinúa momentos de plena armonía. 240mts2 que concentran la prosperidad emocional de una nueva fase en tu vida.

¿Estás en busca de una casa como esta?

Definamos juntos la visión de tu nuevo hogar y tracemos un plan de acción para conseguirlo.